¿Qué tanto pones en riesgo al migrar de tu país?, ¿qué te motiva a hacerlo?, y, ¿cómo se vive esa experiencia? Son preguntas que pueden tener un sinfín de respuestas según la realidad en la que se le mire. Una canción de la cantautora argentina Soledad Pastorutti, Brindis, dice en una de sus estrofas:
tantos festejos resigné tantos amigos extrañé
tantos domingos muy lejos de mi familia tantas
almohadas conocí tantas canciones me aprendí
que los recuerdos me parecen de otras vidas
siempre voy detrás de lo que siento cada tanto
muero y aquí estoy...
Tal vez esta sea una aproximación de esa sensación; es probable que una de tantas dificultades sea dejar todo aquello que luego de un tiempo ya no lo sientas tan tuyo ni tan cercano. Keila Quintero, licenciada en Idiomas Modernos, reconoce que el proceso no ha sido fácil, pero al mismo tiempo es la aventura que ha decidido vivir.
A sus 32 años, tiene un proyecto de vida: explorar. Y aunque su significado puede ser muy amplio, dejó bien claro que conocer el mundo, tener la oportunidad de estar en contacto con otras culturas y crecer profesional y personalmente fuera de Venezuela, son sus planes de manera indefinida.
Hace tres años y medio llegó a los Emiratos Árabes Unidos y estableció su domicilio en Dubái. Desde allí trabaja para la aerolínea Emirates, en el departamento de Reservas, donde se dedica a atender el mercado español, específicamente Barcelona, Madrid y Buenos Aires, todos destinos adonde llega la reconocida aerolínea.
El estatus migratorio que le permite a Quintero hacer su vida en esa región del mundo lo mantiene gracias a una visa de trabajo que renueva cada tres años. Recientemente hizo la renovación del documento pues asegura que quiere estar allí por un tiempo mientras define su próximo movimiento.
Los idiomas: su lengua nativa
Un intenso gusto por los idiomas y el deseo de aprender, la llevó a graduarse como licenciada en Idiomas Modernos en la Universidad de Los Andes, en Mérida, donde estudió inglés, francés y alemán.
Esta primera aventura le permitió viajar a Alemania en dos ocasiones y también a Francia donde perfeccionó el idioma.
Una vez graduada, fue profesora de inglés y francés. Sin embargo, el salario que percibía la obligó a buscar nuevos horizontes, otras oportunidades de crecimiento. Es así, como llega a Argentina, la plataforma que le permitió llegar a los Emiratos.
En 2012 aplicó para Emirates en la sede de Buenos Aires; sin embargo, las entrevistas eran fuera de la ciudad, lo cual complicaba que se concretara esa oportunidad. No es sino hasta 2013 cuando puede entrevistarse para la aerolínea en la capital argentina y fue seleccionada, ya en abril de ese mismo año llegó a Dubái.
“Siempre me ha gustado viajar, conocer diferentes culturas, explorar nuevas formas de pensamiento y de conocimiento, interactuar con otras personas, y sí, la situación del país es compleja, es difícil trabajar y esperar que la remuneración compense tus necesidades, ver que el sueldo no te alcanza para nada. Creo que esas dos realidades me motivaron a irme del país”.
La realidad de Venezuela me conmociona:
Me siento segura en Dubái:
Es tajante al decir que la ciudad es “muy tranquila” y que allí se ha sentido muy segura y confiada. Ha podido interactuar con infinidad de culturas, debido al atractivo turístico de este emirato. Aunque aprender el idioma oficial ha sido todo un reto -su nivel de árabe es básico-, ha podido refugiarse en el inglés, una lengua muy común entre propios y visitantes. Otro desafío ha sido el clima, pues desde finales de abril hasta mediados de septiembre es la época más calurosa del año, con temperaturas que pueden llegar hasta los 50 grados centígrados, ante eso, sus armas son el bloqueador y por supuesto una sombrilla.
Como mujer que vive en un país con tradición musulmana, explica que allí las normas no son tan estrictas para las féminas a diferencia de otros países del oriente medio. Aunque aclara que sí es importante que usen atuendos más modestos y menos descubiertos; si vas de visita a sitios religiosos como mezquitas, entre otros, deben cubrirse la cabeza, puntualiza.
Aunque la mayoría de sus compañeros de trabajo son musulmanes, destaca que hay personas de diversas religiones y que todos conviven en un ambiente de paz y confianza en el que no hay señalamientos ni críticas por la fe que profesan.
Al hablar sobre su familia, reconoce que la realidad del país la “conmociona”, pues entre
la escasez de alimentos y el alto costo de la
vida, ella ayuda “en la medida que la realidad económica me lo permita”, pues como
empleada, trabaja para mantener sus necesidades básicas. Señala que si bien el contacto con toda su familia y amigos es constante a través de las redes sociales
Skype, Facebook, Whatsapp-, reconoce que ha sido un proceso difícil separarse de sus seres queridos y enfrentar esta nueva experiencia desde la distancia.